No se que tiene el nombre de Antonio López, pero alguna virtud artística parece que lleva asociado.
En este caso, no es escultor, sino arquitecto, y muy bueno, y encima es ocurrente para escoger un objeto y presentarse de una forma original. Me consta que no tuvo tiempo para prepararlo.
Si visitáis, tras acabar de leer este texto, la entrada de Febrero "CON DIEZ RELOJES POR BANDA" en
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veréis que ambos Antonios han sido ingeniosos y precisos con su forma de enfrentarse a una cámara. En este caso fue con el fondo de las bóvedas de la estación de Chamartín (que han quedado eclipsadas a pesar de su tamaño) por esta pequeña peineta picassiana. La sonrisa que además nos regala dota a la toma de una alegría que todos agradecemos.
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